La ceremonia de té, que en japonés recibe el nombre de Chonoyu, es una costumbre social y estética característica de Japón, en la que se sirve y se bebe matcha (te verde en polvo).
En nuestra visita a Japón, tres días estuvimos en Saiyo, situado en la hermosa isla de Shikoku, y tuvimos la gran suerte de asistir, de la mano de nuestra gran amiga Cindy, a una ceremonia del té, oficiada por la sensei de ésta con la cual aprende este bonito arte.
“Kenshis de shokema en la ceremonia del té”
Pero veamos un poco de historia para saber como se origina esto de la ceremonia del té.
El té fue introducido en Japón en el S. VIII, procedente de China, pero el matcha como tal no se importa de China hasta el S. XII.
Al ser el té, una especie muy apreciada la consumían sacedotes Zen y las clases altas. A partir del S. XIV, el matcha se utilizó en un juego llamado tocha, se jugaba en las fiestas y consistia en servir a los invitados varios tipos de té y estos debían en qué región había sido cultivado. Los que acertaban recibían premios.
Mas tarde, el objetivo de la ceremonia era crear una atmósfera especial donde los participantes saboreaban té al tiempo que admiraban pinturas y obras de arte exhibidas en un estudio. Al mismo tiempo aparecieron debido a la influencia de los Samurais (clases dominantes) ciertas reglas y procedimientos que los participantes de la ceremonia del té debían obedecer. Así se asientan las bases de la ceremonia actual.
Esta ceremonia también crece bajo la influencia del Budismo Zen cuya finalidad, en pocas palabras, es purificar el alma, mediante su unión con la naturaleza, todo esto, unido al esfuerzo instintivo de los japoneses por la sencillez y simplicidad.
Dicho esto, nuestra experiencia fue un regalo para la vista de unos novatos “extranjeros” y más aún cuando la ceremonia fue oficiada por una maestra experimentada de 76 años, y queremos compartirla con todos vosotros, aunque hay cosas que no se pueden explicar con palabras.
Celebramos la ceremonia en una casa especialmente dedicada a ello, (sukiya). A nuestra llegada nos esperaban ataviadas con sus kimonos, la sensei que oficiaba la ceremonia y dos ayudantes más.
Nuestro requisito para asistir, ya que eramos invitados, eran unos calcetines blancos.
Entramos a la sala en gatas, como gesto de humildad y nos arrodillamos ante un tokonoma (recordad la entrada al taikai 2005 de Málaga) e hicimos una reverencia respetuosa. Tuvimos que admirar la estampa que había colgada de la pared así como un pequeño jarrón en cuyo interior se posaba una bella flor violácea.
Una vez terminamos de admirar el tokonoma, nos sentamos y el invitado principal se coloca más cerca que los demás del maestro de ceremonias. Este papel le tocó a nuestro sensei Toni, (lo pusimos de conejillo de indias, para ver que cara ponía al probar el te y los dulces)
La sala estaba provista de hornillos empotrados en el suelo, los cuales, contenían agua caliente y donde las ayudantes se instalaron para hacer el té.
Primeramente fuimos obsequiados con unos dulces, que según decía nuestra amiga Cindy, eran muy caros, los cuales tuvimos que partir y comer tras ser estos servidos por las ayudantes con las obligadas reverencias.
Posteriormente nos sirvieron té, y antes de beberlo debíamos efectuar reverencias a los acompañantes, admirar la taza y darle dos vueltas en sentido de las agujas del reloj de tal modo que el dibujo de la taza, que hay que decir que era una obra de arte, quedase mirando al exterior.
Una vez lo bebías, debías darle otras dos vueltas y colocarlo en el suelo donde las ayudantes te lo retiraban tras una mutua reverencia.
Tras esto fuimos deleitados con otra taza de té, no beberlo supondría una falta de respeto.
La última parte de la ceremonia consistió en observar cada uno de los utensilios que habían sido usados en la ceremonia, observamos detenidamente el recipiente para el té en polvo, el agitador de bambú, el cucharón de servir, etc, ya que son objetos artísticos muy valiosos y caros.
Por último, tuvimos el gran honor de hacer nosotros mismos la ceremonia del té, que posteriormente bebieron la sensei y las ayudantes. Pero lo mejor de todo, fue que nos dijeron que estaba delicioso..., fue una experiencia maravillosa, ya que además de la experiencia única que vivimos, pudimos disfrutar de la amabilidad y gran calidad humana que demostraron tanto Cindy, su sensei y las ayudantes de ésta.
Bueno, espero que esto os haya dado una ligera idea acerca de cómo vivimos la ceremonia del Té, fue algo muy especial y sorprendente y ni que decir tiene que tuvimos una oportunidad única de vivir esta experiencia.
En mi nombre, en el de Toni, Betty y Paco, queremos dar las gracias a la sensei que oficio la ceremonia y sus dos ayudantes, por su hospitalidad, amabilidad y cortesía, así como a nuestra Cindy ya que sin ella no hubiesemos podido vivir y experimentar esta y otras tantas experiencias tan lindas como vivimos.
Ah! La sensei nos obsequió a cada uno con una taza de té, preciosas todas, nuestro mas sincero agradecimiento para ella.
Inmaculada Cerezo